Antes de irme a Granada,
uno de mis mejores amigos y yo charlábamos de la variedad de dialectos de español.
Ella me dijo que << se estudia en un país donde se quiere adoptar su
manera de hablar.” Hasta cierto punto creo que ella tiene razón. Desde he
visitado Madrid para dos semanas en un intercambio con mi colegio, yo tenía una
fascinación con el acento español – por ejemplo, se pronuncian el “z” y “c”
como “th.” No me di cuenta que hay muchos acentos diferentes dentro de España
hasta que he llegado a Granada. La gente que vive aquí quita el “s” al final de
la palabra. Lleva tiempo a acostumbrárselo.
Yo quisiera
hablar como un nativo. Al otro lado, comprendo
que mi propio acento es un producto de oír acentos diferentes con los años y
por lo tanto es especial y no debería perderlo. Las chicas les encanta escuchar
a los hombres españoles cuando hablan inglés. Parecen muy monos y posiblemente más
guapos.
; ) Me pregunto cómo
sueno a los nativos cuando hablo español.
Me atraen mucho
los matices de los sonidos. De mi ventana, oigo los gritos de los jóvenes, los
chirridos del perro (Curro) del hermano (Paco) de la señora con quien me quedo
(Blanca), los coches zumbando cuando bajan el Camino de Ronda. Pero mis sonidos
preferidos vienen de las voces de la gente hablando una lengua que no es mía que
quiero conocer con todo mi alma– una niña preguntando a su madre si puede
comprar nuevos zapatos o Blanca contando la historia de su infancia durante lo cual dominaba Franco – y las olas
del mar golpeando la arena en la Playa Calahonda, acercándose y alejándose mientras
que me extiendo los brazos como si fuera parte del paisaje.
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